Nutriterapia contra el estrés y la fatiga


Me permito compartir un interesante artículo relacionado con uno de los últimos temas presentados en la Escuela de Salud: La relación entre la alimentación y nuestros estados de ánimo frente a situaciones de crisis...

Todos sabemos que comer bien es sinónimo de buena salud física y que reduce el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares. Pero ¿sabías que la alimentación influye de forma notable en el bienestar mental? Autora de una obra sobre este tema, la Dra. Verónica Van Der Spek, psiquiatra y nutricionista belga, nos explica las bases de la nutriterapia.


Para luchar contra la ansiedad y muchas otras enfermedades mentales, usted preconiza la nutriterapia. ¿En qué consiste?

Nutriterapia contra el estrés y la fatiga
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Dra. Van der Spek: Soy psiquiatra de formación y actualmente me ocupo exclusivamente de pacientes que sufren ansiedad, depresión, burnout (síndrome de desgaste profesional)… Para curar estos males, por norma general prescribimos antidepresivos que, sin embargo, solo son eficaces en un 60% de los casos.
Los antidepresivos actúan simplemente sobre la recaptura de serotonina, noradrenalina y dopamina durante la transmisión nerviosa. Por lo tanto, se trata simplemente de un tratamiento farmacológico.
Sin embargo, también podemos adelantarnos y actuar directamente sobre la síntesis de los neurotransmisores (serotonina, noradrenalina y dopamina), así como sobre la calidad de los receptores. Aquí es donde interviene la alimentación. El organismo necesita numerosos nutrientes que actúan en sinergia los unos con los otros (vitaminas B y C, hierro, magnesio, etc.) para sintetizar los neurotransmisores. Así pues, si se consumen estos nutrientes, se aumenta la cantidad disponible de neurotransmisores para el cerebro. Podemos favorecer de forma general el metabolismo cerebral a través de nuestra dieta. 
Si se mejora la alimentación, se puede aumentar con facilidad la resistencia a la fatiga y al estrés. El magnesio, por ejemplo, es un elemento esencial que nos ayuda a calmar los nervios y a elevar la capacidad de resistencia al estrés. 

En la práctica, ¿cómo funciona el principio de la nutriterapia?

Dra. Van der Spek: Podemos decir que yo pongo en práctica la nutriterapia en cierto modo, aunque el término en sí no exista… Además, durante la carrera de medicina, el aspecto nutricional o se aborda muy poco o no se aborda. Esto ha ido surgiendo poco a poco, pero por el momento sigue siendo bastante confidencial. Partiendo de que esta aproximación nutricional no agrada a los grupos de presión farmacéuticos y agroalimentarios, no siempre es fácil hacer que prevalezca esta óptica.
Por mi parte, la atención a los pacientes deprimidos o ansiosos la abordo de forma completa, puesto que comprende a la vez el tratamiento farmacológico y el nutricional (sin olvidar la psicoterapia, en los casos en los que resulte necesaria). 
De ordinario, sugiero a mis pacientes que se hagan un análisis detallado a fin de determinar con la mayor precisión posible la proporción de los diferentes nutrientes y ácidos grasos en sangre. Gracias a los resultados, es más fácil saber dónde se encuentran las carencias o los desequilibrios de modo que puedan corregirse.  
Si el paciente no dispone de los medios suficiente para hacerse los análisis (que son, desgraciadamente, bastante caros), debe rellenar un cuestionario para que yo pueda conocer con exactitud cuáles son sus hábitos alimenticios y precisar en la medida de lo posible lo que le sobra y lo que le falta.
La mayoría de las veces, un simple reajuste de los hábitos alimenticios resulta suficiente para rectificar los desequilibrios. Pero en ciertas ocasiones, un verdadero replanteamiento de los hábitos alimenticios se revela necesario y algunos pacientes no están dispuestos a cambiar su alimentación. En tales casos, les prescribo complementos alimenticios con objeto de paliar sus carencias. Esto sucede especialmente en el caso de las mujeres en edad de procrear, en las que se observan a menudo deficiencias de hierro.

¿Los pacientes son receptivos a este método?


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Dra. Van der Spek: En los casos en los que se trata de replantearse los hábitos alimenticios, las mujeres presentan mayor voluntad que los hombres. Quizá estén motivadas por la perspectiva de perder peso, además de la de mejorar su bienestar mental.
En cualquier caso, se pueden distinguir dos tipos de personas: las que se deprimen demasiado por haber tomado la decisión de cambiar su alimentación y las que están simplemente cansadas, estresadas o ligeramente deprimidas. Para estas últimas, las cosas son muchísimo más fáciles, en la medida en que la decisión de replantearse su alimentación es más fácil. ¡A veces, resulta suficiente con que les prescriba una cura de magnesio para que los pacientes no vuelvan a pedir cita conmigo!
En el caso de las personas depresivas, es mejor empezar por un tratamiento farmacológico. A continuación, una vez que el desaliento inicial da paso a cierta motivación, podemos enfrentarnos al problema nutricional.
A grandes rasgos, los pacientes están satisfechos, porque se dan cuenta de la influencia que la nutrición tiene en su salud y su estado mental.

¿Por qué la comida es una válvula de escape para las personas estresadas o deprimidas?

Dra. Van der Spek: Desde un punto de vista estrictamente psiquiátrico y simbólico, el hecho de comer es una forma de llenar un vacío. Es un poco como en el caso del recién nacido que se alimenta de la leche dulce de su madre. Llenar ese vacío nos tranquiliza en cierto modo.
Desde un punto de vista psicológico, también se explica muy bien. En efecto, por un lado, las personas estresadas carecen de serotonina y, por otro, en la mayor parte de los casos estas personas recurren a los alimentos dulces para calmar los nervios. El hecho de consumir dulces da lugar a una secreción de insulina que por sí misma estimula la entrada de triptófano (aminoácido) en el cerebro. Finalmente, este mecanismo desemboca en la secreción de serotonina. Y es ahí donde está la recompensa, en el estado de calma tan esperado. Este efecto dura aproximadamente una hora. Luego hay que volver a consumir azúcar. Después de todo, es una especie de automedicación.
Para que los pacientes puedan estar tranquilos de forma global, me aseguro de que disponen de los aportes suficientes de vitaminas B y C, hierro y magnesio. En principio, esto va a evitar que recurran al azúcar en cuanto les sobrevenga el acceso de depresión.

¿Por qué esta apetencia por lo dulce y lo graso? ¿Es por el "placer inmediato" que proporcionan?

Dra. Van der Spek: Es cierto que nos decantamos principalmente por los alimentos grasos y dulces, no solo a causa del mecanismo fisiológico antes descrito, sino también debido a la palatabilidad (lo que es grato al paladar). Además, la industria agroalimentaria se aprovecha de esta circunstancia y multiplica los productos grasos y dulces que producen una escasa sensación de saciedad. Por eso comemos sin parar este tipo de productos sin llegar a sentirnos satisfechos.  

¿Con una alimentación equilibrada podemos limitar el riesgo de padecer demencia senil, como, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer?

Dra. Van der Spek: La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad mucho más frecuente en los países occidentales. Aunque no se haya identificado una causa única, lo que es cierto es que la edad es el primer factor de riesgo. Lo que quiere decir que cuanto más vivimos, más aumenta el riesgo, y esto ocurre de manera exponencial a partir de los 60 años. En cambio, no se sabe por qué la edad influye en la enfermedad. Entre los diferentes factores posibles, la alimentación ocupa un lugar preferente y, especialmente, el sobrepeso.
Pero, por otro lado, se podría instaurar una atención nutricional con vistas a proteger las neuronas y prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad. En particular, se trata de aportar al cerebro los micronutrientes esenciales para su buen funcionamiento. Por ejemplo, se pueden incrementar las defensas antioxidantes a través de moléculas que interfieren en los radicales libres y los hacen inofensivos. Entre ellas se encuentran las vitaminas A, C y E y la coenzima Q-10, así como los estrógenos, el Ginkgo Biloba y muchos otros nutrientes, entre los que podemos señalar los ácidos omega-3 y omega-6.

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